El amor después de los 30 años. Encuentra aquí todo lo que debes saber sobre este interesante tema.
De acuerdo con el National Center for Health Statistics (Centro Nacional de Estadísticas de Salud) de Estados Unidos, los estadounidenses contraen matrimonio por primera vez a una edad mediana de 25 años y se casan por segunda vez como a los 35. Pero hay otras hombres y mujeres que, aún a esa edad, no han dado el sí.
Es el caso de Sonia Arcéo, comunicóloga de profesión, quien se pregunta cómo ha hecho el matrimonio para evadirla de una manera tan tenaz.
«Mi vida ha sido un ir y venir entre nuevas relaciones, trabajos y experiencias. En realidad, nunca me planteé seriamente formalizar un noviazgo hasta ahora. Hace poco, el chico que lava mi auto me preguntó si estaba casada. Le dije que no y él me contestó: ‘Con lo guapa que está pensé, que lo sería’. Vaya, me dije a mí misma, si estoy tan guapa ¿cómo es que aún sigo soltera?», cuenta.
El escurridizo matrimonio
«Creo que no me di cuenta que estaba pasando el tiempo. Yo aún me siento muy joven, pero de pronto la gente en la calle me habla de usted y me dice señora. Y como aún ando sin anillo en la mano, no estoy muy segura de que eso me guste», dice Sonia.
Para Cecilia Hernández, casarse es cuestión de suerte o, mejor dicho, de mala suerte. Esta administradora de empresas no duda en culpar a su karma por su mala suerte en el amor. «Creo que lo mío viene de otras vidas y estoy pagando algo. No es posible que todas las relaciones que comienzo terminen fallidamente», se queja.
Ellos también se pasan
Pero el género femenino no es el único que «sufre» de soltería empedernida. A sus treinta años, a Raúl Orozco también le ganó el tiempo, ya que según el National Center for Health Statistics (Centro Nacional de Estadísticas de Salud) de Estados Unidos, la edad promedio de los hombres para contraer matrimonio son los 25 años).
Ingeniero de profesión, cuenta que a él se le pasó la vida trabajando y tratando de establecerse. «Ahora que lo logré, descubro que es difícil encontrar a la pareja ideal. No tengo mucho tiempo libre, así es que no salgo mucho y en el medio donde me muevo hay más hombres y casi todas las chicas están casadas», dice.
¿Qué está pasando?
De acuerdo con el U.S. Census Bureau (Oficina del Censo de Estados Unidos), en 1999 las mujeres superaron en 6 millones a los hombres. Pero esta diferencia numérica no justifica esta soltería treintañera. Especialmente, porque es recién en las edades avanzadas cuando la diferencia se hace marcada: a los 85 años por cada dos mujeres hay sólo un hombre.
Entonces, ¿por qué, entre 1970 y 1998, el número de mujeres que vivía sola se ha incrementado en más de un 100 por ciento? Hoy, según el U.S. Census Bureau (Oficina del Censo de Estados Unidos), más de 15 millones de mujeres viven solas. Y un dato más: entre 1970 y 1996 la proporción de mujeres entre los 30 y 34 años que nunca se han casado se triplicó de 6 al 21 por ciento.
Loreto Peniche, socióloga mexicana, dice que en parte se debe a «que hombres y mujeres se vuelven muy exigentes después de los treinta, lo que hace casi imposible llenar todos sus requerimientos».
«Las ideas tradicionales de familia han cambiado y hoy las mujeres prefieren terminar estudios de posgrado antes de casarse. Además, ya no es como en los años cincuenta, donde las parejas simplemente ‘sentaban cabeza’. Ahora esperan que el matrimonio les satisfaga muchas de sus necesidades psicológicas y físicas y eso es lo difícil», agrega Charles Hill, profesor de psicología e investigador del Whittier College.
Para Peniche, estos solteros comienzan a desarrollar roles muy definidos, se esconden tras una máscara, presumen libertad (cuando lo que en realidad desean es una relación estable), se convierten en perfectos profesionales y vuelcan todo su entusiasmo en el trabajo porque no encuentran nada más.
Mientras llega el amor
«Estoy dentro del pequeño grupo de mi generación que no quiso terminar con su soltería antes y ahora se encuentra rodeada de casados. No es que me esté quejando. Me he divertido mucho, he conocido gente y he sido independiente, pero ahora quisiera llegar a casa y encontrar a alguien ahí esperándome», reconoce Sonia Arcéo.
En un esfuerzo por encontrar una solución, se ha planteado organizar un club de solteros en su ciudad, con la idea de que, si no encuentra pareja, al menos se va a divertir en el intento.
Raúl Orozco, en cambio, aunque siente que su soltería se debe parcialmente al fastidio que le causa esa urgencia femenina por formalizar las relaciones, admite que también se debe a que se ha vuelto más exigente. Hoy no le basta que sean bonitas. Ahora las quiere inteligentes, de mente abierta y, preferentemente, de su edad.
Atrapados entre el deseo de ser libres y las ansias de gozar de una vida en pareja, los tres treintones coincidieron en la necesidad de abrirse a más posibilidades y ser realistas en sus expectativas. Como aseguraron, el camino hacia el amor duradero podrá ser tortuoso, pero cada paso por el sendero tiene sabor indiscutible a anticipación y esperanza.