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Cómo cambian las citas con la edad

Descubre cómo cambian las citas con la edad y entérate de la forma en que reaccionamos a ellas y lo que buscamos de la otra persona de acuerdo a la edad que tengamos.

Dicen que el amor no tiene edad y puede que sea cierto. Sin embargo, con el paso de los años las citas se transforman y las expectativas con respecto a la velada romántica cambian.

Lo que espera una mujer de 18 no es lo mismo que imagina una de 30. La añoranza de un joven adolescente no es exactamente la misma que la de un hombre de 50.

Cómo cambian las citas con la edad

Según Paul Falzone, autor del libro A Singles Guide to Finding The Right One, experto en relaciones de pareja y fundador de The Right One and Together -un servicio que ofrece encontrar a la pareja ideal y que cuenta con 90 locales alrededor de Estados Unidos- las citas amorosas cambian por tres motivos: la cantidad de tiempo libre, los ingresos disponibles y la paciencia.

¿Qué prefiere una mujer de 20 años cuando se habla de una cita amorosa? ¿Cómo colmar las expectativas de un hombre de 40? Falzone elaboró una guía calendario para que sepas cómo varían las citas dependiendo de la edad de los amantes.

La adolescencia, pura diversión e ingenio

Aquí hablamos de informalidad y, por tanto, costos más bajos. Una caminata alrededor de la alameda, un encuentro en la orilla del mar bajo la luz de la luna o una película en la penumbra de una sala de cine es la clave. ¿Cuál es el primer requisito del amante? Pues cuanto más se acerque la cuenta a cero, mejor.

Y es que a esta edad se anda con las billetaras casi de adorno. Las propinas de los padres no alcanzan para mayores lujos y, como consecuencia, lo que cuenta es ese ingenio capaz de arrancar flores de jardines ajenos, escribir poemas que no son tuyos en hojas de algún cuaderno escolar (los derechos de autor no vienen al caso) y regalar hasta una lata de gaseosa que termina siendo un punto a favor.

A pesar del sentimiento que transmiten, generalmente las citas en edad adolescente no son serias. En la agenda hay más de un candidato(a) y lo que importa es pasarla bien.

Los 20, adrenalina a la orden

Las citas son más frecuentes y serias. Bailar es lo ideal y, en buena cuenta, el mejor pretexto para acercar los cuerpos sin pensarlo demasiado. El lugar: Un club o una discoteca. Los lazos son más íntimos emocional y físicamente.

Suponiendo que ya cuentas con un trabajo, lo lógico es que aparezcas con un regalo. En esta etapa, ambos buscan pasar un rato pleno de adrenalina. Ir a la discoteca es el último eslabón de una cadena que empezó tomando unos tragos en algún bar. Ya sazonado por el alcohol en cantidades moderadas, bailar resulta urgente. Lo que no significa que la noche termine ahí…

Los 30, puro cálculo

Cumplidos los 30, ambos sexos planean sus citas, evalúan cada detalle y sopesan la posibilidad de que aquella personita pueda ser su alma gemela. Aquí la palabra clave es cálculo. Se trata de citas serias en las que se vislumbra la figura del galán y la femme fatal. Hay mucho empeño y voluntad de agradar.

La cena «A1» en un lugar elegante se impone, al igual que el teatro o un fin de semana en algún rincón de ensueño. «Lo que nos traiga el destino» es una frase impensable y el lugar escogido debe venir con recomendación de primera fuente de un amigo cercano o alguna agencia de viajes. Nada queda a la suerte ni improvisación.

En esta etapa, es lógico que los dos cuiden su apariencia en extremo, al igual que los detalles. Saben muy bien que cualquier paso en falso arruinará la velada. Son más conscientes y menos impulsivos. No «arremeten» contra la pareja en una esquina oscura, como lo haría un adolescente. Saben que aquí todo depende de «el» lugar.

Los 40, conocimiento de uno mismo

En esta etapa, tanto el hombre como la mujer son más selectivos, saben lo que les gusta. Conocen exactamente lo que les satisface y, lo que es muy importante, lo que quieren de una relación.

Los encuentros son planificados con cuidado y los detalles terminan siendo una prolongación a la buena elección de compañía. Se trata de disfrutar de la persona que se tiene al lado durante la velada. Recorrer juntos calles y plazas, pasar horas en el hogar de uno de los dos y entregarse a la buena conversa, son magníficas opciones.

¿Los 50? La palabra clave es calidad

Si los amantes de cuatro décadas son cuidadosos al escoger a sus parejas cuando se trata de una velada romántica, aquellos que llevan 50 años o más de experiencia lo son en extremo.

Saber cómo y con quién pasan su tiempo es primordial. La citas pueden ser breves o prolongadas. Las breves serán simplemente una rápida taza de café o un cóctel. Pero si notan que la cosa funciona, no dudarán en buscar algo más.

En esta etapa de la vida, no hay nada como disfrutar con una persona especial una magnífica sinfonía, un delicioso viaje o una calurosa velada con la familia de uno de los dos.

¿Y la tercera edad? Pues de acuerdo con Falzone, es entonces que se vive un retorno a la adolescencia. Pero no a la moderna, sino de aquella que se vivió años atrás, cuando el romanticismo era espontáneo y más que palabras valía una flor del jardín del vecino.

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