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Vivir juntos sin casarse

Nativa de Jalisco, México, Teresa López vive en Estados Unidos desde hace 11 años.

A sus 31 y a pesar de que mantiene un noviazgo serio con Chris Negelein, relacionista público estadounidense, prefiere vivir sola. «Hace unos años conviví con un ex novio. Fue una situación muy difícil. Mi familia, que es católica, se opuso y yo no me sentía a gusto por mis principios. Además, yo trabajaba con grupos de la iglesia. Vivir juntos sin casarse no es lo correcto, hay que esperar», asegura Teresa.

Vivir juntos sin casarse

Según un estudio realizado por The Gallup Organization, cuatro de cada 10 estadounidenses sólo se casarían con alguien que estuviera de acuerdo con vivir juntos primero.

De los consultados, seis de cada 10 opinaron que hacerlo ayuda a evitar una futura disolución de la pareja. Sin embargo, existe otro estudio que asegura que convivir antes del matrimonio sólo eleva las posibilidades de un divorcio. ¿Quién tiene la razón?

Los problemas de convivir sin matrimonio

Chris coincide con Teresa. Es más, como ella, él tuvo una experiencia que le dejó mal sabor. Divorciado y con un hijo de ocho años, opina que la convivencia hace más confusas las cosas entre una pareja.

«Viví con una antigua novia y con mi ex esposa antes de casarnos y en ambos casos, comencé a preguntarme qué diferencia había realmente si no nos casábamos», dice. Más aún, agrega que no había una verdadera motivación de ninguno de los dos por resolver los problemas a largo plazo, «sólo una actitud de vivir el día a día».

A propósito de esto, de acuerdo con Deborah McCoy, consultora de bodas y autora de los libros For the Bride y The Elegant Wedding and the Budget-Savvy Bride, una encuesta realizada por Rutgers University reflejó que las parejas que conviven antes del matrimonio son más propensas al divorcio.

¿Por qué vivir juntos sin casarse?

Pero ajenos a los estudios que hablan en contra de la convivencia antes del matrimonio, una encuesta realizada por The Gallup Organization entre adultos jóvenes reflejó que un 44 por ciento opta por ella.

«Hoy en día, vivir juntos es algo más relacionado con la economía que otra cosa. Tiene sentido pagar una sola renta en lugar de dos y, ciertamente, en este país ya no resulta un tabú», explica McCoy.

Para los que crean que la convivencia es una costumbre moderna, ya en culturas antiguas como la Inca -que se desarrolló en Perú entre los siglos XIV y XVI- ésta existía como costumbre social institucionalizada y aprobada. Llamada «Servinacuy», consistía en la convivencia por un período de un año luego del cual la pareja se decidía o no por el matrimonio.

La pareja: Del ayer al hoy

Pero con la llegada de los españoles y la religión católica a tierras americanas, las cosas cambiaron. En el caso del Servinacuy, el deseo de erradicar esta costumbre Inca fue tal, que el Virrey Toledo en 1575 promulgó ordenanzas de aprisionar, azotar y trasquilar a quien la mantuviera.

Han pasado 500 años y, a pesar de encontrar detractores, la convivencia entre parejas que no se han casado es una realidad cotidiana. Según McCoy, el último censo en Estados Unidos reflejó que la mayoría de las parejas cohabitan sin anillo de por medio. ¿Y dónde quedó el matrimonio?

Los datos recopilados por The Gallup Organization señalan que, mientras el matrimonio está perdiendo adeptos, también está ganando popularidad como la «súper relación». Es decir, una unión espiritualizada, intensamente privada, que combina fidelidad sexual, amor romántico, intimidad emocional y solidaridad. Una relación ideal que exige encontrar a la persona perfecta que ayude a forjarla.

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